domingo, 27 de abril de 2008

ni tú ni nadie 7


no recuerdo cuál fue la primera pregunta que me hicieron ese día pero la inmediatamente segunda (con calidad casi de primera por haber olvidado la anterior) fue si creía en dios. noté el rubor de las mejillas, entre otras cosas por tener entre mis manos el libro abierto por el capítulo que hablaba de la eternidad con ascensor, pero también por las dudas que desde hacía días me ocupaban sobre la nada propia, y no me refiero a la nada en sí misma sino a la mía en concreto. sólo un poco, dije, y sólo a ratos. y no pude más que invitarle al café con leche que hubiera deseado se tomara conmigo pero que se llevó en un vaso de cartón prosiguiendo su camino.

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