martes, 20 de mayo de 2008


había resuelto perdonarle la vida a la araña de la ventana a cambio de que se comiera cualquier mosquito que se colara en casa. a las 16:40 acababa el octavo de los nueve cuentos y en el fondo de la olla empezaban a quemarse los últimos fideos. los rascó con la cuchara de madera y los abandonó sin pena. se mordisqueó la llaga de la lengua y con un leve puntapié hizo variar el ruido del frigorífico. tenía la teoría de no haber crecido más por haber comido llorando hasta los diez años. ahora que comer ya no le suponía un suplicio seguía aborreciendo el mediodía y de vez en cuando volvía a llorar mientras masticaba lo cocinado.

1 comentario:

dani sanchis dijo...

Disolver el tigre en 1 litro de lágrimas calientes (sin que llegue a hervir). Cocer a fuego lento durante 10 minutos removiendo de vez en cuando. Secarse los pómulos.