Con pocas palabras y mucho jolgorio contenido, dejaré aquí
dicho que he parido disco: Borbor (que empezó a gestarse en 2016 junto al mar
de Las Rotas y se ha resuelto en la extraordinaria colina del Albayzín, al
borde mismo del 2019 que ya se acaba).
Como soy temeraria y también ilusa, y porque lamento que la
empatía sea una capacidad casi extinta a recuperar (a recuperar si el planeta
no nos escupe antes definitivamente por inmundos y despreciables), desearía de
entrada, así, sin más, que se alegren conmigo; y luego, si tienen un ratito y
gustan, que le dediquen al menos una escucha atenta a Borbor. Y ya que estoy
relatando deseos: deseo que acaben bien el año y empiecen bien el que llega.
¡Salud!
(Borbor es de libre escucha ilimitada, pero se aceptan contribuciones
voluntarias por su descarga, por aquello de que las estrecheces económicas dan
fatiguitas y adelgazan.)
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